Pitágoras y sus discípulos desarrollaron su actividad en la Magna Grecia, que se encontraba en el sur de Italia y la isla de Sicilia.
Hay todo un áurea legendaria en torno a este filósofo que hace muy difícil discernir qué hechos de su vida realmente ocurrieron y cuales son simplemente un mito, habiendo estudiosos que llegan a cuestionarse si este personaje existió realmente. Apenas quedan escritos de Pitágoras, que transmitía sus conocimientos a sus discípulos de manera oral. Gran parte de las cosas que sabemos de su doctrina las conocemos por boca de otros filósofos que tuvieron disputas con los miembros de la Escuela Pitagórica, la cual sobrevivió muchos años después de la muerte del maestro.
Era realmente difícil ser admitido en esta escuela filosófica y sus miembros guardaban con mucho celo los conocimientos que allí obtenían. En la Escuela Pitagóricahabía tres clases de alumnos: los acusmáticos u oyentes, que tenían prohibido hablar y ver al maestro, al cual escuchaban tras una cortina, los matemáticos, que podían ver al maestro y tenían el privilegio de interrogarle, y por último, los físicos, que estudiaban física, música, matemáticas, medicina y astronomía.
Realmente, la Escuela Pitagóricatenía muchísimo en común con las religiones mistéricas de la antigua Grecia como el orfismo, tanto en su organización y secretismo, como en muchas de sus doctrinas. Tanto los órficos como los pitagóricos creían en la transmigración de las almas o reencarnación. Para ellos, el alma era un ente de procedencia celeste que, debido a una vida impura, se veía atrapada en un ciclo de reencarnaciones.
La intención de estos cultos y escuelas era purificar el alma para que volviese a adquirir su condición celestial. Tanto órficos como pitagóricos realizaban prácticas ascéticas para alcanzar este fin, y a parte, los pitagóricos trataban de purificarse cultivando las ciencias. Por ejemplo, usaban la ciencia musical con el fin de elevar el espíritu, calmar las pasiones y para ayudar a percibir y comprender la armonía, la cual identificaban con la virtud.
Las matemáticas
Sin duda alguna, la ciencia más importante para los pitagóricos era la matemática. El propio Aristóteles llegó a decir que los pitagóricos identificaban todas las cosas con números, y no se equivocaba. El 1 representaba la razón, porque no admite desacuerdos; el 2 se identificaba con la opinión, en la que sí caben los desacuerdos; el 3 era el número santo, pues a través de tres puntos es como se puede construir la primera figura geométrica: el triángulo, símbolo de los pitagóricos por excelencia; el 4 simbolizaba la justicia al ser producto del igual por el igual; y así seguía hasta llegar al 10 que era el número sagrado
por excelencia.
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